28 julio 2009

... ya he leído: La dama de blanco, de Wilkie Collins



Sinopsis
La Dama de blanco es una novela que tiene como ingredientes fundamentales la intriga y el suspense. Laura Fairley vive la pesadilla de unos hechos que amenazan con desquiciar su mente. Su asombroso parecido con la loca y fantasmagórica Anne Catherick –la dama de blanco– es la piedra angular en la que se apoyan las sórdidas maquinaciones de su esposo, Sir Percival, y del amigo de éste, el conde Fosco. Sólo la fraternal solidaridad de su hermanastra Marian y el tenaz y limpio amor que le profesa Walter Hartright serán capaces de destruir la fatalidad que se cierne sobre la vida de Laura.

Comentario
Larga novela de 669 páginas (en edición cartoné de Círculo de Lectores de 1991), hay que leerla, sin duda, con tiempo para disfrutar de ella. Me ha gustado mucho La dama de blanco y pienso que, cuando disponga nuevamente de tiempo y tranquilidad, leeré La Piedra lunar del mismo autor, Wilkie Collins.
Esta larga obra que se plantea como el conjunto de testimonios de una serie de personajes encabezados por Walter Hartright que van a intentar deslindar una terrible conspiración tramada en perjuicio de la anulada protagonista Laura Fairley. Todo gira en torno de esta mujer, Laura Fairley, pero en definitiva ella es el personaje que menos activo se muestra durante la novela. Bien al contrario que el segundo personaje femenino de importancia de la obra, Marian Halcombe, la señorita Halcombe, que es profundamente activa y brilla como mano ejecutora de gran parte de las acciones que tejen la trama de la narración. Desgraciadamente, la señora Halcombe es bella pero fea, incluso varonil. Lo bueno del carácter de la señorita Halcombe resulta que es su decisión masculina, su valentía que la asemeja presuntamente a la de un hombre, y es por esto que el señor Wilkie Collins parece que incluso la masculiniza en su descripción física: “Al contemplar aquel semblante sobre aquellos hombros que un escultor hubiera ansiado por modelo, y al recrearse en la tenue gracia de sus gestos que reflejaban la belleza de sus miembros, para encontrarse luego con los rasgos y expresión varoniles que remataban aquel cuerpo perfecto, se experimentaba una extraña y desagradable sensación […]” Es tan extraña que yo ni siquiera me imagino a Marian Halcombe, que después se convierte en un personaje tan entrañable por su fortaleza y su valentía. En fin… el amor se lo llevará, por descontado, la protagonista absoluta Laura Fairley, me parece que en este sentido no desvelo ningún misterio.
La dama de blanco es una verdadera novela de intriga recreada a través de la reconstrucción de unos testimonios, como ya he mencionado, y con la construcción de un personaje que realiza todas las pesquisas que le son pertinentes a un detective en toda regla. Walter Hartright no se encuentra en el momento en que se urde la terrible conspiración pero no dejará un momento de descanso hasta conseguir deshacerla y dejar claro todo lo ocurrido. Cómo resulta fácil de imaginar, los buenos son muy buenos y los malos son muy malos, si bien las lecturas intermedias que apunta Wilkie Collins no tienen tampoco desperdicio. El curioso personaje del conde Fosco es sugestivo y seductor. Creo que es de los pocos personajes que he llegado a pensar que me gustaría conocer en la vida real. Vamos, que he pensado en la posibilidad de conocer una persona de esas características fuera del mundo de la ficción. Tremendo y curiosísimo este italiano “enormemente gordo”, que se acompaña de un loro, dos canarios, ratoncitos blancos enjaulados con los que conversa y que se encuentra casado con la oscura Madame Fosco . Creo que merece la pena leer la novela para conocer este personaje, bueno… y también para reseguir las indagaciones del abnegado Walter Hartright.
La narración de Wilkie Collins, el autor, sobre la feminidad es algo contradictorio en ocasiones pero, en mi opinión, ampliamente favorable sobre la reclamación de una clara liberación e independencia de la mujer desde el discurso del género. La obra fue publicada en 1860.
La dama de blanco es una unión de diferentes y diversos géneros: desde la narración más propiamente novelística de un personaje testimonio que explica aquello que presencia hasta la narración del dietario personal, pasando por las epístolas, la visión del diálogo como género dramático (destaca el momento en que la señorita Halcombe trepa y se esconde en el tejado de la mansión de Blackwater Park bajo la terrible lluvia para reproducir fielmente el diálogo que ha escuchado entre Sir Percival y el conde Fosco) , también se encuentra en la novela el discurso propio de los géneros retóricos del derecho, que Wilkie Collins debía conocer a la perfección ya que había estudiado Derecho antes de dedicarse de lleno al oficio de escritor. Se recrea un juicio y sus interrogatorios pertinentes. En este uso de la novela como pangénero hablan de la modernidad de la obra, así como de su innegable interés como creación literaria. Wilkie Collins trabajó en la búsqueda de formas narrativas renovadoras; se trata de un elemento creativo muy visible desde este planteamiento teórico.

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